lunes, 21 de marzo de 2011

Represión / Disolución

En la obra de S. Freud (1) hay una distinción entre dos conceptos: represión (verdrängung) y sepultamiento o disolución (untergang). En el primer caso algo cae pero retorna, hay compensación sustitutiva, transacciones. En el segundo caso, hay destrucción definitiva, pero es una destrucción que crea otra cosa. Hay cambio cualitativo y no sólo cuantitativo como en el la represión; por lo tanto hay creación. Distinción siempre mencionada pero sin una elaboración clara de la misma.


En “La disolución del complejo de Edipo” de 1924, dice Freud:

No veo motivo alguno para no considerar el apartamiento del Yo del complejo de Edipo como una represión, aunque la mayoría de las represiones ulteriores se produzcan bajo la intervención del Super-yo, cuya formación se inicia precisamente aquí. Pero el proceso descripto es más que una represión y equivale, cuando se desarrolla perfectamente, a una destrucción y a una desaparición del complejo… Si el Yo no ha alcanzado realmente más que una represión del complejo, este continuará subsistiendo, inconsciente, en el Ello y manifestará más tarde su acción patógena” (2) (subrayado nuestro)

El concepto que introduce Freud es disolución (untergang). Hay una necesidad teórica de distinguirlo de la represión, de lo contrario, no hubiese utilizado el término en varios lugares de su obra.
Sin embargo, no encontramos más explicaciones sobre este desarrollo perfecto que desembocaría en una destrucción y desaparición del complejo. Por el contrario, la clínica nos muestra que Edipo subsiste inconsciente y manifiesta su acción patógena en el padecimiento y los síntomas por los que los pacientes consultan a un analista.
De todas maneras, Freud mantiene la distinción de dos desenlaces del Edipo (disolución-represión)

En “Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica” de 1925 dice:

El complejo no es simplemente reprimido en el varón, sino que se desintegra literalmente bajo el impacto de la amenaza de castración. Sus catexias libidinales son abandonadas, desexualizadas y, en parte, sublimadas; sus objetos son incorporados al Yo, donde constituyen el núcleo del Superyo. En el caso normal (más bien dicho en el caso ideal, ya no subsiste entonces complejo de Edipo alguno, ni aún en el inconsciente: el Superyo se ha convertido en su heredero” (3)

En la conferencia “La angustia y la vida instintiva” de 1932 se refiere a los distintos destinos que sufren los impulsos instintivos (pulsionales) en el Ello, uno de ellos nos interesa:

Experimentan un profundo aniquilamiento, en el cual la libido queda definitivamente encaminada por otras vías. Así sucedía en la solución normal del complejo de Edipo el cual, en este caso deseable, no queda pues simplemente reprimido, sino que es destruido en el Ello” (4) (subrayado nuestro)

En estos ejemplos vemos cómo mantiene la distinción entre dos destinos del Edipo, pero sin alejarse mucho de lo que había enunciado en 1924.
Si el complejo de Edipo debe llegar a una final, ¿Cómo pensar esa operación sin que su resultado sea una sexualidad sintomática y repetitiva de la problemática edípica pasada?

En “Moisés y la religión monoteísta” de 1938, se mantiene la ambigüedad teórica entre disolución/represión, pues en el texto Freud describe los aspectos de la represión – retorno de lo reprimido – formación de síntomas, propio de la neurosis y también va trabajando la noción de tradición relacionada con la disolución mosaica.
Freud se pregunta ¿cómo es posible que una tradición (mosaica) haya pasado al dominio popular? Para responder esta pregunta sostendrá una casi completa concordancia entre el individuo y la masa. Hagamos un poco de historia.

Moisés el egipcio transmite a los judíos la religión monoteísta de Aton. Al morir el faraón Ikhnatón, Moisés tuvo que organizar el éxodo de Egipto entre 1358 y 1350 ante la caída en desgracia del nuevo culto monoteísta que había impuesto el faraón.
Más tarde, Freud rastrea al Moisés madianita, nombre de un sacerdote de las tribus judías de las que surgió el pueblo de Israel. Su dios era Yahvé, ominoso, sediento de sangre y nocturnal. Este Moisés madianita no parece tener relación con los hechos del homónimo personaje egipcio. Freud sostiene que el primer Moisés abandonó Egipto con un importante número de seguidores de su nueva religión monoteísta. Mas tarde fue asesinado por los judíos, halló violento fin en una revuelta de su pueblo que así abandonó su religión.
La catástrofe de Moisés y de la religión por él fundada, su “untergang” no pudo evitar que un grupo de seguidores fieles, una minoría influyente y superior culturalmente, guardara su memoria y cultivara la tradición de sus enseñanzas.
Tras la fundación de la religión nueva, yahvética, en Kadesch, un siglo después, los judíos habrían rendido un postrer homenaje a la figura del Moisés egipcio, verdadero salvador de su pueblo, fusionándolo con el Moisés madianita. Esta solución de compromiso, sintomal, explica la dislocación o desfiguración de los textos históricos.
La segunda fundación religiosa deja reprimida y suplanta a la primera aunque esta sale a la luz más tarde por detrás de aquella bajo la forma de una tradición que persistió a los largo de los siglos encarnada por un pequeño círculo de profetas, que continuaron la religión del Moisés egipcio haciéndola irrumpir con más fuerza sobre vastas masas de personas.
Freud quiere explicar este fenómeno histórico: ¿Es un mero retorno de lo reprimido, transaccional, sintomático? Concluye la primera parte del tercer ensayo diciendo:

Una tradición que se basara en la comunicación oral, nunca podría dar lugar al carácter obsesivo de los fenómenos religiosos. Sería escuchada, juzgada, y eventualmente rechazada, como cualquier otra noticia del exterior, pero jamás alcanzaría el privilegio de librarse de las restricciones que comporta el pensamiento lógico. Es preciso que haya sufrido antes el destino de la represión, el estado de conservación en lo inconsciente, para que al retornar pueda producir tan potentes efectos, para que logre doblegar a las masas bajo su dominio, como lo comprobamos en la tradición religiosa, asombrados y sin lograr explicárnoslo por el momento.” (5)

Para la masa remite el fenómeno a las huellas mnemónicas del grupo, la herencia arcaica. Para explicar la tradición en el individuo y la masa recurre al inconsciente y la represión que conservan las huellas mnemónicas, lo olvidado no fue borrado sino reprimido.
Pero entonces la disolución queda equiparada con el proceso represivo que implica el retorno de lo reprimido, como ocurre en la neurosis.
La religión de Moisés sufrió su disolución y siguió ejerciendo sus efectos en el trasfondo. Parecería que haber sido “sepultada” de este modo le daba más fuerza en su retornar que el que tuvo la palabra misma de su fundador.
Para dar cuenta de esta disolución Freud la equipara a la represión y al retorno de lo reprimido en el sujeto, cuando a lo largo de su obra, y especialmente en este texto, parecería querer separar otro proceso, no muy claramente formulado.

Para entender mejor este desenlace del Edipo no tan frecuente pero posible, busquemos el significado del término “untergang” en la filosofía alemana y especialmente en Friedrich Nietzsche.

En su famosa obra “Así habló Zaratrustra” 1884 (6), el traductor nos comenta en una nota al pie de página que el verbo “untergehen” es una de las palabras-clave en la descripción de Zaratrustra. Esta palabra tiene muchos matices lo que hace dificultosa su traducción al castellano. Literalmente significa “caminar (gehen) hacia abajo (unter)”. Esto es así: Zaratustra baja de la montaña. En segundo lugar designa la “puesta del sol”, el “ocaso”. Zaratustra quiere obrar como el sol al atardecer, es decir, “ponerse”. En tercer término “untergehen” y el sustantivo “untergang” se usan con el significado de hundimiento, destrucción, decadencia. También Zaratustra se hunde en su tarea y fracasa, su tarea le destruye. El hombre, dice Zaratustra, es un “tránsito y un ocaso”. Esto es, al hundirse en su ocaso, como el sol, pasa al otro lado (de la tierra, según la vieja creencia). Y “pasar al otro lado” es superarse a sí mismo y llegar al superhombre.
En Zaratustra se tratará de un deseo de muerte, pero no de una destrucción definitiva que no deje huellas. Sino de un proceso que implica desaparición y al mismo tiempo una persistencia virtual capaz de producir efectos potenciales. El ejemplo más cotidiano sería el de la aspirina que al disolverse en agua produce efectos como su contracara creativa.

Suponemos que cuando Freud utilizó “untergang” estaba influído en la rica polisemia que tiene esta palabra. La posibilidad de metaforizar lo heredado para apropiárselo, pero ya no como lo mismo, sino transformado luego de su adquisición.

No obstante, encontramos diferencias entre el personaje de Zaratustra y el protopadre de “Tótem y Tabú” 1912-3. (7) En el primer caso se trata del deseo de muerte del padre (genitivo subjetivo). Es el padre quien desea morir, morir a tiempo. En Freud, el deseo de muerte del padre se refiere al genitivo objetivo. Es el deseo de los hijos de matar al padre de la horda primitiva. Este es un amo legislador, haciendo de su capricho la ley. Padre primordial cuyo resto no digerido en la comida totémica lo encontramos en la clínica con su voz cruel, sus mandatos insensatos, su mirada furibunda.

Como el complejo de Edipo es en definitiva el complejo paterno, en Freud coexisten estas dos perspectivas que estamos viendo, el padre de la horda, padre imposible de olvidar que retorna; y un padre que al disolverse como en el caso de Moisés, da lugar a un proceso creacionista, más allá de la neurosis.



Notas

1) Todas las referencias a la obra freudiana fueron realizadas en base a las Obras Completas, Editorial Biblioteca Nueva 1981. Traducción Luis Lopez Ballesteros y de Torres.

2) La disolución del complejo de Edipo. 1924 op.cit. Tomo 3. p 2750.

3) Algunas consecuencias de la diferencia sexual anatómica. 1925 op. cit. Tomo 3 p.2902.

4) Nuevas lecciones introductorias al psicoanálisis. 1932 op.cit. Tomo 3 conferencia 32 p.3152.

5) Moisés y la religión monoteísta. 1938. op.cit. Tomo 3 p. 3302.

6) Así habló Zaratustra. 1884. Friedrich Nietzsche. Ediciones Altaza. Prólogo y nota 4. Traducción Andrés Sánchez Pascual.

7) Totem y tabú. 1912-3. op.cit. Tomo 2. Capítulo 4: El retorno infantil al totemismo. Apartado 5.



Bibliografía

Sujeto, Acto, Repetición. Carlos Basch – Raul Yafar. Letra Viva Ediciones. Artículo: El Atardecer del Padre. Raúl Yafar.

El ateísmo como voluntad de ocas. Raúl Yafar. Artículo presentado en el “simposium Nietzsche” en el año 2000. Universidad Kennedy.

Amor y perversión. Raúl Yafar. Vergara Ediciones, 6º reunión.

viernes, 12 de febrero de 2010

El amor como don simbólico

Es muy conocida en la enseñanza de Lacan su definición del amor como don simbólico: Amar es dar lo que no se tiene.
Para que el amor funcione como tal, será necesario que una madre dé lugar a la función paterna (ocupada generalmente por un padre) para que este done una posición y así sexúe a la mujer (hija). A partir de ese momento podrá circular hacia otro(s) hombre(s).
Un hombre que pidiendo la mano de la novia selle la unión que el padre legaliza con su aprobación.
El concepto de don es lo opuesto a la caridad. No es lo mismo un regalo de un multimillonario a que un pobre hambriento de un plato de comida, que esté compartiendo hasta lo que no tiene. Esto último no ocurre frecuentemente en la vida cotidiana.
La contrapartida del don es el amor que da lo que se tiene. Amor oblativo cuya aspiración máxima es la justicia, la equidad, el sacrificio que espera la retribución. Es el amor interesado. Se tratará de una negociación justa, equitativa. La opblatividad propone un amor con balances y mediciones. De tal modo, cuando la pareja ya no funciona más ¿qué hacen?, se devuelven los regalos, cartas, fotos etc.
Vivimos en una sociedad capitalista, donde el mercado regula las relaciones económicas y sociales. El amor se lo entiende como una transacción equitativa de cualidades personales. Esta estructura enajenada produce la idea de matrimonio como "equipo". El matrimonio feliz es un equipo que funciona sin dificultades. Los consejeros matrimoniales nos dicen que el marido debe comprender a su mujer y ayudarla. Debe comentar favorablemente la buena cena que preparó. Ella, a su vez, debe mostrarse comprensiva cuando él llega a su hogar después del trabajo...
En esta idea del amor y del matrimonio, lo más importante es encontrar un refugio de la sensación de soledad, que de otro modo sería intolerable.
Para el don, se da a pura pérdida, porque la retribución es imposible. Son esos momentos amorosos que no se pueden devolver o reintegrar. Amor a cambio de nada, puro acto de dar, puro instante sin pasado ni futuro.
Lacan dice que un autor que puensa como él en este tema es Erich Fromm. En su libro "El Arte de Amar" leemos:
"¿Qué le da una persona a otra? Da de sí misma, de lo más precioso que tiene, de su propia vida. Ello no significa necesariamente que sacrifica su vida por la otra, sino que da lo que está vivo en él -da de su alegría, de su comprensión, de su conocimiento, de su humor, de su tristeza-, de todas las manifestaciones de lo que está vivo en él."

Amar en el sentido del don será amar por lo que no se realiza en los roles imaginarios del otro y no por lo logrado de esos roles. Esto lo veremos con más claridad cuando más adelante hablemos sobre la película "Hombre mirando al sudeste".
Pero, antes de continuar,veamos de dónde proviene éste concepto de don.

Mauss y los dones
Marcel Mauss, antropólogo francés, fue el que comenzó a estudiar esta temática del don. Escribió en 1923 "Ensayo sobre los dones". Distingue en distintas culturas, una práctica que va más allá del simple intercambio mercantil. La lógica del don no se reduce a la compra-venta. Hay un plus. Encuentra que el don no es individual, sino que compromete a las colectividades, a los clanes y a las tribus que se enfrentan y se oponen a partir del don.
Plantea que lo que intercambian dichos grupos no es exclusivamente bienes o riquezas, cosas útiles económicamente, sino sobre todo: gentilezas, festianes, ritos, servicios militares, mujeres, niños, danzas, ferias. La sociedad misma en su totalidad está tomada por la lógica del don. Por eso Mauss hablará del don como prestación total.
Señala también una paradoja del lado del don: por un lado es una forma voluntario, pero al mismo tiempo es rigurosamente obligatorio. No avanza más respecto de esta paradoja, pero la señala como central.
Hay dos clases de dones: la de los agonísticos y la de los no agonísticos. En los agonísticos está en juego la confrontación, la rivalidad, el antagonismo, incluso la humillación. Se intenta humillar al rival dándole. Al don no agonístico simplemente se lo pone a circular, se espera que sea aceptado y que sea devuelto pasado cierto tiempo, sin que esté en juego ni el prestigio ni la rivalidad.
La práctica agonística se denomina "potlatch" por los indios del noroeste americano. Mauss habla de la "locura del potlatch" donde se llega hasta la destrucción de la riqueza para humillar al rival.
Una tribu se encuentra ritualmente con su aliada y antagonista. El jefe de una de ellas dispone toda la riqueza producida durante el año de trabajo, frente a la otra, procediendo a donarla o a destruirla. Entonces, la otra tribu, la que ha recibido esos regalos o que ha presenciado esa destrucción, queda obligada, a su vez, a devolver con usura el don, en un tiempo posterior.
Tanto Mauss como otros autores que han estudiado esta práctica social, afirman que lo que está en juego en el don agonístico es la imposibilidad de devolver, se trata de forzar a que el otro no pueda devolver. Se trata de humillar al otro, si el otro me devuelve, me re-dona más de lo que yo doné y el humillado soy yo. Hay un empuje hacia el mantenimiento, la eternización de la deuda, aún en la circulación de los dones. Los dones circulan, pero las deudas no se pagan.

Un cuentito infantil
Un pájaro padre cruza a sus tres pichoncitos por un río turbulento. Les pregunta a cada uno si serían capaces de retribuir ese gesto, si se diera la oportunidad, con uno simétrico hacia él. Los dos primeros aseguran que lo harían. El pájaro padre deja que caigan y se ahogen en el río. El tercer pichón dice no saber bien qué es lo que haría, pero está seguro que haría por sus hijos lo mismo que su padre hace ahora por él. A éste lo salva, salvándose así la transmisión simbólica del don.
El amor considerado de esta forma atraviesa las generaciones. Si se da sin esperar es porque ya se ha recibido en Otro lugar. Venimos a la vida con una deuda impagable. Lo transmitido es una deuda que no se paga, deseo absoluto que crea la posibilidad de la continuidad humana.

Una película de Subiela
En su excelente libro "Amor y perversión" Raul Yafar acierta al enfocar la película "Hombre mirando al sudeste" desde el aspecto del don.
No se tratará de entrar a discutir si Rantés era o no extraterrestre, si el psiquiatra Denis le cree o no. Lo importante es que pese a dudar de los dichos de Rantés, existe en el psiquiatra la certeza de estar interesado en su caso. Desea desde su falta aquello que de Rantés no se puede saber. Es por ese más allá que se da el don de su amor. Misterio que todo otro encierra y nos hace amarlo. El psiquiatra encuentra en Rantés algo que lo hace desear con fuerzas. Lo pone a trabajar cual detective preguntándole a un físico qué es un holograma ( Rantés sostenía que él era un holograma), o explorando su biblioteca para hallarse con "La invención de Morel" de Bioy.
La escena del concierto al aire libre tiene un intenso sentido amoroso. Pero a partir de allí comienza el final.
El error de Rantés es ir a buscar allí donde no hay muchas posibilidades de ser escuchado. ¡El se declara estraterrestre en el Neuropsiquiátrico Borda! Quiere ser deseado en las condiciones más duras y desfavorables. Exigencia absoluta de un deseo que lo lleva a la muerte. Igual que el deseo de Antígona que Lacan trabaja en el Seminario VII
Rantés quiere la máxima prueba de amor, tal como la joven homosexual tratada por Freud. La imaginarización es máxima y el riesgo es absoluto. El resultado: la traición, la muerte y el retorno repetitivo del psiquiatra a lo mismo, a su masturbación musical con su saxo, su vida solitaria viendo en su cine privado un pasado feliz junto a su mujer y su hijo.









Bibliografía
S. Freud. Obras completas tomo 3. Psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina. Biblioteca Nueva.
J. Lacan. Seminario IV Las relaciones de objeto. Caps. 6-7-8. Paidós
J. Lacan. Seminario VII La ética del psicoanálisis. Caps.19-20-21. Paidós
E. Fromm. El arte de amar. Paidós
R. Yafar. Amor y perversión. Ricardo Vergara ed.
M. Mauss. Ensayo sobre los dones. en Sociología y antropología. Ed. Tecnos. Madrid 1991.

viernes, 15 de enero de 2010

Madre hay una sola...¿para qué más?

Beatriz: Un día viene a casa y me dice: Mamá, no me siento bien emocionalmente. Necesito psicoanalizarme.

Bueno, lo mandé al psicoanalista... porque, después de todo, si una madre no ayuda a su propio hijo, ¿para qué está?.

Otro día viene a casa y me dice: Mamá, el psicoanalista me enseñó que la familia me ahoga. Me voy de casa.

Bueno, le conseguí departamento... después de todo, si una madre no ayuda a su hijo, ¿para qué está?.

También le di plata para el alquiler, el psicoanalista y algo más para divertirse. ¿Para qué necesito yo esa plata? ¿Para qué está la madre?


Otro día me llama por teléfono: Mamá, me estás dando plata para llenarme de culpa. ¡Esa es tu arma!


¿Para qué pelear? ¿De qué sirve? Dejé de pagar el alquiler, el psicoanalista y de darle plata.


Ahora ya pasó un mes. Está en la calle y sin trabajo y el psicoanalista lo persigue para que le pague.


En fin, mientras sea feliz....

lunes, 30 de noviembre de 2009

Una metáfora de suplencia

" En el origen hay pues Bejahung, a saber, afirmación de lo que es, o Verwerfung".[1]

Lacan nos abre, de esta manera, dos caminos en el encuentro del sujeto con el significante, encuentro donde se producirá una afirmación primordial (simbolización primera) o el rechazo (forclusión), que constituye una abolición simbólica.
Caminos divergentes que conducen, uno, a la problemática de la represión, el deseo y su insatisfacción; y el otro, a la problemática del goce desanudado del falo.
En su respuesta al comentario de Jean Hippolite, Lacan observa que la creación del símbolo debe concebirse como un momento "mítico", y que incumbe a una relación del sujeto con el ser inherente a la estructura misma del lenguaje.
Para Lacan, a diferencia de Freud, no hay "yo-placer" original; desde el principio el significante introduce al sujeto en lo real, porque el deseo es redesplegado sin cesar. El Nombre-del-Padre es por definición el significante ex – sistente a la ley simbólica, el que la ordena; él provoca la inscripción del sujeto en la ley simbólica, pero él mismo le es exterior; por eso la negación es el efecto de un proceso lógico que indica la indisociabilidad de una identificación del sujeto con el Nombre-del-Padre..
El tiempo primordial del "juicio de atribución" es de hecho un tiempo de admisión previa, Bejahung, de un primer cuerpo de significantes.
"La realidad "exterior" es en sí misma incognoscible", dice Freud, y sólo a partir de nuestro propio pensamiento podemos tener una visión de las relaciones que la rigen. Los procesos de pensamiento secundario constituyen entonces un relevo de la realidad exterior, pero no pueden estar en correspondencia absoluta con esa realidad exterior ni con la realidad psíquica.
El "no", "la ausencia", están intrínsecamente ligados con lo simbólico. Siguiendo a Lacan ubicamos el fundamento de la psicosis en el nivel de un fenómeno de "forclusión" en el primer cuerpo de significantes que constituyen el dominio de la Bejahung.

"¿De qué se trata cuando hablo de Verwerfung? Se trata del rechazo, de la expulsión, de un significante primordial a las tinieblas exteriores, significante que a partir de entonces faltará en ese nivel".[2]

La función de este significante primordial es la de

"...almohadillar el orden simbólico. En ese sentido es un punto de almohadillado en el orden simbólico, y en tanto que opera la metáfora llamada paterna, es el significante que detiene el deslizamiento de la significación". [3]

Entonces, como consecuencia de la forclusión del Nombre del Padre, encontramos en la psicosis, como manifestación, un agujero en la significación.
En la estructura psicótica hay una relación del sujeto con el significante determinada por la forclusión. La consecuencia es una invasión de goce desde lo real, un goce no regulado por el falo.
La estructura neurótica se define por la represión y el retorno de lo reprimido, porque la Metáfora Paterna produce la significación fálica, regula el goce del sujeto. El falo modera el goce, lo localiza.
El solo hecho de la sustitución que hace el significante del Nombre del Padre sobre el significante del deseo de la madre, produce significación fálica, la que en sí misma es equivalente a una pérdida de goce.
El goce es satisfacción, mientras que el deseo es un estado esencial de insatisfacción, un estado esencial para el sujeto.
Es la falta de posibilidad de sustitución la que engendra efectos que son de goce, de un goce mortificante.
La forclusión del significante primordial se traduce en un exceso de goce en lo real, exceso producto de la carencia de la ley paterna que constituye una barrera a ese goce.
Ante la falta de ese significante privilegiado que es el Nombre-del-Padre un sujeto psicótico puede consultar a un psicoanalista, esperando que el mismo pueda hacer llegar a su término esa significación fálica que no es capaz de advenir. El analista no podrá injertar significante alguno, sin embargo, conociendo lo que implica su estructura y la función que el delirio cumple, en algunos casos, posibilitará la reconstrucción del mundo a partir del delirio.
Es por medio del delirio que el psicótico se encuentra con una serie de significantes a partir de los cuales, puede reorganizar un espacio de significaciones, y de alguna manera fijar el goce.
La idea del delirio en tanto restitutivo, no sólo es originaria de Freud, sino que va en contra de la concepción psiquiátrica imperante hasta ese momento.

"…aquello que consideramos como manifestaciones de su enfermedad (todo lo espectacular, incluso las alucinaciones), es su tentativa de curación." [4]

Freud dará cuenta de cómo se realiza el proceso. El sujeto sustrae la investidura libidinal del exterior, de las personas y cosas amadas, esto hace que todo se torne indiferente y sea explicado como una "cosa milagrosa", llevando a un sepultamiento del mundo subjetivo. Este retiro se cumple bajo un mutismo y sólo puede ser colegido en un momento ulterior, donde contrasta con la forma ruidosa en que la libido es reconducida a los objetos que habían sido abandonados. Este proceso ruidoso es el delirio. Freud piensa a la proyección como la forma de llevarlo adelante.

"No era correcto decir que la sensación interiormente sofocada es proyectada hacia fuera; más bien inteligimos que lo cancelado adentro retorna desde afuera." [5]

Lacan criticará el término proyección, utilizado por Freud y aclarará que en las psicosis se trata del retorno del exterior de lo que está preso en la Verwerfung, es decir lo que se dejó fuera de la simbolización que estructura al sujeto.
Freud luego de introducir la Segunda Tópica del Aparato Psíquico, encontrará una diferencia entre la génesis de la neurosis y la psicosis. La primera como resultado de un conflicto entre el yo y el ello, la segunda como una perturbación de los vínculos del yo con el mundo exterior.

"…el delirio se presenta como un parche colocado en el lugar donde originariamente se produjo una desgarradura en el vínculo del yo con el mundo exterior. "…en el cuadro clínico de las psicosis los fenómenos del proceso patógeno a menudo están ocultos por los de un intento de curación o de reconstrucción, que se les superponen." [6]

En "La pérdida de realidad en la neurosis y la psicosis" Freud volverá a plantear los dos pasos que se observan en la psicosis, de los cuales el segundo apunta a la reparación, compensando, la pérdida de la realidad, pero no a partir de una limitación del ello como la neurosis, sino creando una nueva realidad. Mientras que en la neurosis la realidad es evitada, no queriéndose saber nada de ella, en la psicosis, es reconstruida. Es pertinente aclarar que cuando hablamos de realidad, nos referimos a realidad psíquica.
La reconstrucción delirante llevará al sujeto psicótico a encontrar un lugar en el mundo, que si bien como plantea Freud, puede no resultar tan espléndido, al menos le permitirá habitar sin tener que soportar los embates que lo hundirían en el abismo de un goce mortificante.

La restitución en Schreber

Es el delirio mismo el que le va marcando a Schreber el camino que debe seguir.

"En efecto, yo partía de la idea muy rigurosa de que la eliminación de la totalidad de las almas examinadas o impuras, que se constituían en instancias intermediarias y se interponían entre yo y la omnipotencia de Dios, permitiría que una solución del conflicto conforme al orden del universo emergiera automáticamente." [7]

Desde que Schreber, en el estado entre el dormir y la vigilia tuvo la representación de lo hermoso que sería ser una mujer sometida al acoplamiento, el tema comenzó a ocupar un lugar central en el sistema delirante. Podía redimir el mundo, luego de ser mudado de hombre en mujer. No se trataba de que él lo quisiera, sino de un imperativo absoluto del orden del universo. Su feminidad, nos dice, ha pasado al primer plano, y la emasculación puede llevar a la solución del conflicto.
En el trayecto del delirio se verifican una serie de cambios: uno es la sustitución de Fechsig por Dios, en principio lleva a una agudización, expandiéndose el delirio de persecución. Pero esto prepara un segundo cambio que lleva a la solución del conflicto: de negarse a ser una mujerzuela frente al médico, pasa a la aceptación de jugar el papel de mujer de Dios.
La emasculación, de ser insultante, resulta concordar con el orden del universo y permite atemperar el goce.

"¿Qué hace Schreber sino construir una versión de la pareja original, distinta de la versión paterna y en la que el goce en exceso encuentra un sentido y una legitimación en el fantasma de procreación de una humanidad futura?. Schreber inventa y sustenta, por su sola decisión un "Orden del Universo" curativo de los desórdenes del goce cuya experiencia él padece; y, donde el Nombre-del-Padre forcuído no promueve la significación fálica, aparece una sugnificación de suplencia: ser la mujer de Dios, con la ventaja de que el goce desde ahora consentido se localiza sobre la imagen del cuerpo, y con la diferencia de que la significación de castración de goce queda excluída en beneficio de un goce de la relación con Dios, marchando a la infinitud. Única restricción: esa infinitud no es actualizada (no todavía), sino aplazada al infinito." [8]

La metáfora delirante suple la ausencia de la Metáfora Paterna aportando una significación. El psicótico no viene a preguntarnos qué le pasa, viene a dar un testimonio. Y nosotros nos contentamos con ser, al decir de Lacan, secretarios del alienado, de aquél que reconstruirá su mundo y así ser artífice de un lugar que pueda habitar con dignidad.

Trabajo realizado por Eduardo Briano, Liliana Canavesi y Claudia Gielfand, para la materia "Psicosis" del postgrado de Psicoanálisis del Centro de Salud Mental Nro. 3. Año 2005.

Notas
[1] Lacan J., Cap. VI "El fenómeno psicótico y su mecanismo", Seminario 3: "Las psicosis", pág. 120, Paidós, 2000
[2] Lacan J., Clase XI "Del rechazo de un significante primordial", Seminario 3. "Las psicosis, pág. 217, Ed. Paidós, 2000
[3] Miller J., "Suplemento topológico a De una cuestión preliminar", Matemas I, pág. 140, Manantial, 1994
[4] Freud S./Jung C. "Correspondencia", pág. 236, Taurus, 1978
[5] Freud S., Obras Completas, Tomo XII, "Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia" pág. 66, Amorrortu Editores, 2001
[6] Freud S., Obras Completas, Tomo XIX, "Neurosis y Psicosis", pág. 157, Amorrortu Editores, 2001
[7] Schreber D., "Memorias de un Neurópata", págs. 133/34, Petrel, 1978
[8] Soler C., "Estudios sobre las Psicosis" Los ensayos, "El trabajo de las psicosis", pág. 17, Ed. Manantial, 1991

martes, 13 de octubre de 2009

Clínica de la pulsión: satisfacciones del padecer


El concepto de pulsión es un concepto absolutamente abstracto, el grado de abstracción es el más alto al que se puede llegar en Psicoanálisis. A las pulsiones uno sólo las puede entrever por sus manifestaciones clínicas, tampoco el inconsciente tiene otra materialidad que su aparición clínica y como los conceptos son conceptos absolutamente conjeturales, son abstracciones. El modelo del arco reflejo frente al cual para un estímulo aparece una descarga, no corre para la pulsión.
"La pulsión nos aparece como un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático, como un representante psíquico de los estímulos que provienen del interior del cuerpo y alcanzan el alma, como una medida de la exigencia de trabajo que es impuesta a lo anímico a consecuencia de su trabazón con lo corporal"
Lacan plantea que la pulsión es uno de los cuatro conceptos fundamentales: inconsciente, transferencia, repetición y pulsión. Para Lacan ¿cuándo un concepto es fundamental? Cuando toca lo real. La pulsión tiene que ver con algo que está más allá del lenguaje, que está más allá de lo decible, es real.
Lo importante es diferenciar la pulsión de cualquier otro estímulo externo. Esto lo aclara Freud, no es un estímulo momentáneo ue cesa, sino que es constante, nunca se detiene. No hay alejamiento ni evitación. O sea que, al no haber fuga, la única forma de aplacarla es por la vía de la satisfacción.
"Ese carácter esforzante es una propiedad universal de las pulsiones, y aun su esencia misma". Dice Freud en "Pulsiones y destinos de pulsión".
Hay una relación y una dialéctica totalmente distinta del deseo y de la pulsión respecto del objeto. Si la pulsión es lo que se satisface, el deseo se define por su insatisfacción.
El punto donde la pulsión encuentra su objeto y se satisface en él, se llama "satisfacción pulsional". Este objeto coagulado en el fantasma funciona de un mode gozoso y siempre redunda clínicamente, en sufrimiento, es lo que conocemos como goce.
Si el principio que rige la insatisfacción del deseo es el Principio del placer, el que rige el goce es el más allá del Principio del placer.
Pareciera que hay una serie de fenómenos clínicos que desde la teoría del Principio del placer son inexplicables: repetición, trauma, reacción terapéutica negativa, masoquismo primario, clínica del super-yo, beneficio primario del síntoma, melancolía. Podríamos agregar: adicciones, psicosomáticas, pasaje al acto, acting-out, etc.
¿Cómo provocar en un adicto crónico un efecto sujeto? ¿Cómo hacer conalguien con conductas compulsivas? ¿Cómo trabajar con pacientes psicosomáticos?
Son cuerpos en goce, no son sujetos.


Ese paciente que llega a la consulta porque lo manda el dermatólogo. El analista le pregunta:
¿Cómo anda? –Bien
¿Cómo es su familia? – Maravillosa.
¿Qué lo trae por acá? – Me manda el médico, tengo psoriasis.
¿Tendrá algo que ver con su vida? – Mi vida, todo bárbaro.


El Psicoanálisis tiene un desafío allí. Son pacientes que no traen sueños, ni lapsus, No hay síntoma en el sentido analítico del término, no hay vivencia subjetiva.
Entonces, la apuesta que como analistas ponemos en juego es la de producir un efecto sujeto a través del recorrido pulsional. Que allí se pueda fundar un sujeto, que se dirija al Otro.


Dice Nasio: "con el nombre de formaciones de objeto a, intento ubicar elproblema de esos momentos en la cura en los cuales el paciente hace sin saber lo que hace. Son momentos en los que el paciente actuúa, hace. Las formaciones del inconsciente, por otra parte, son aquellas en las que el paciente dice sin saber lo que dice. El acento en las formaciones de objeto a está puesto en el hacer; mientras que en las formaciones del inconsciente está puesto en el decir".


¿Qué es lo que se ha inventado para retardar el encuentro de la pulsión con su objeto?: el lenguaje. Los caminos zigzagueantes y equívocos del lenguaje. La intersección de la cadena significante con el lazo de la pulsión hacen un camino indirecto, retardan y complican el encuentro de la pulsión con su objeto.

¿Dónde puede el Psicoanálisis tener alguna acción correctiva respecto de la pulsión?


Un paciente dice, que en los recitales de música tecno, no puede evitar aceptar una pastilla de éxtasis. Sólo así puede estar allí. No podemos prohibirle que se drogue, pero le podemos decir que hable sobre ello.


Otro paciente relata en su admisión que no puede dejar de "voltear muñecos" haciendo referencia a rápidos encuentros sexuales en baños públicos. Asimismo demanda al analista una respuesta rápida en torno a la efectividad y duración del tratamiento. Frente a esto, el analista responde que necesita tiempo. Unica manera de poder desplegar la cadena significante.


Pedirle a un paciente que hable, en referencia a Otro, es producir la intersección del lazo de la pulsión con el significante y que en ese punto, el significante produzca equívoco, ambigüedad, produzca desencuentro, que es lo que siempre produce el significante.
Dice Lacan: "La pulsión más verdadera es la de muerte". Pero la pulsión de muerte tiene la posibilidad de modularse de un modo particular en su intersección con el lenguaje.


A veces, es necesario realizar maniobras constitutivas que permitan que un cuerpo "sienta" de otro modo, que se inscriba en un goce no ruinoso.
Irma, 28 años, en sus primeras entrevistas habla poco, llora muy angustiada, necesita ser interrogada. Después de tres meses en la misma situación, la analista, apenas conmenzada la entrevista, vuelve a preguntarle acderca del motivo que la trae a la consulta. La paciente dice: "pensé, que al hablar de las cosas que me preocupan, las podría ver de otra manera"
Llora. La analista, entonces, la invita a concurrir al hospital al día siguiente. Al otro día, cuando vuelve, comienza a hablar.


Hacer que la pulsión no encuentre su objeto sino que lo bordee, nos conduce a la intersección entre pulsión y deseo. Los vericuetos del significante hacen que la pulsión empiece a ondular su trazo, y cambie su dialéctica con el objeto.
La ética del Psicoanálisis pasa por el deseo, no por el sufrimiento.
Cuando el sujeto está tomado por lo pulsional se encuentra en un nivel muy alto de "acomodación" en relación con la muerte. El costo es alto. Ha caído en la más grande de las trampas: las satisfacciones del padecer. Sufre, y como sujeto se encuentra enredado en las marañas de una embriaguez mortífera.


Dice Lacan en el Seminario 11: "Es evidente que la gente con que tratamos, los pacientes, no están satisfechos, como se dice, con lo que son. Y no obstante, sabemos que todo lo que ellos son, lo que viven, aún sus síntomas, tiene que ver con la satisfacción. Satisfacen a algo que sin duda va en contra de lo que podría satisfacerlos, lo satisfacen en el sentido de que cumplen con lo que ese algo exige. No se contentan con su estado, pero aun así, en ese estado de tan poco contento, se contentan. El asunto está justamente en saber qué es ese "se" que queda allí contentado.
En conjunto y en una primera aproximación, diremos que aquello que satisfacen por la vía del displacer, es, al fin y al cabo, la ley del placer – cosa por lo demás admitida. Digamos que, para una satisfacción de esta índole, penan demasiado. Hasta cierto punto este "penar de más" es la única justificación de nuestra intervención".


La tarea del analista es estar allí, para hacer hablar al sujeto amordazado por el letal goce, y para buscar el momento oportuno a la intervención. La tareo será intervenir en el sentido de desbaratar ese montaje, para que el aparato psíquico que tiende estructuralmente a la repetición, soporte el trabajo de la invención.
La clínica del Psicoanálisis nos oferta una táctica y una estrategia, sostenidas en una política, orientadas a intervenir sobre la gramática pulsional, para que invente otro tour.


Bibliografía
Freud, S., Obras Completas, Libro XIV, "Pulsiones y destinos de pulsión", Amorrortu Editores.
Freud, S., Obras Completas, Libro XVIII, "Más allá del principio del placer", Amorrotu Editores.
Lacan, J. Seminario XI "Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis", Capítulo XVIII: "El desmontaje de la pulsión", Editorial Paidós.
Masotta Oscar, "El modelo pulsional", Editorial Catálogos
Nasio, Juan D., "Los gritos del cuerpo", Editorial Paidos.

Trabajo realizado por Eduardo D. Briano, Liliana A. Canavesi y Claudia R. Gielfand en el Curso de Posgrado de Psicoanálisis del Centro de Salud Nro. 3, Dr. Arturo Ameghino, para la materia "La pulsión: problemáticas teóricas y clínicas". Año 2005.

viernes, 28 de agosto de 2009

El Fantasma en la clínica psicoanalítica

El fantasma se presenta en la clínica como un tope, como una resistencia en la dirección de la cura a comunicarlo. Esta reticencia de los pacientes no se debe a falta de voluntad de los mismos o a un material reprimido que no llegó a la conciencia. Esta dificultad está relacionada con lo que Lacan formalizó como Otro barrado. Esto significa dos cosas: que falta un significante en el Otro y también se refiere al deseo del Otro.

Hay una frase en "Pegan a un niño" donde Freud dice:

..."Tales fantasías permanecen, por lo general, ajenas al contenido restante de la neurosis y no encuentrn un lugar apropiado para insertarse en él"...

En tanto no todo es significante -el Otro barrado lo ilustra- habrá momentos en el análisis que la rememoración fracasa. Es allí donde el fantasma va perfilándose como respuesta ante la falta de significante en el campo del Otro.
Si bien el fantasma puede reducirse a una fórmula significante, no obedece al movimiento o la dinámica del mismo. En ese sentido podemos hablar de una estática del fantasma. Es como un resto simbólico que se aloja donde falta el saber. Lacan lo denomina axioma porque en un sistema lógico hay ciertas fórmulas que son inmodificables y están en el punto de partida. No se dejan modificar por las leyes de transformación del resto del sistema.
El fantasma fundamental está ligado a una significación absoluta, separada de todo. Es lo que Freud sostenía cuando afirmaba que permanecía ajeno al contenido de la neurosis y no encontraba un lugar apropiado en su estructura.
Vamos a ilustrar con un caso clínico, el despliegue de la posición fantasmática de un analizante. Utilizaremos un material de una psicoanalista de la Escuela de la Causa Freudiana de París que se llama Marie-Hèlene Brousse. Fue presentado en el Seminario Hispanoparlante a posteriori de los encuentros internacionales que se realizan en el Campo Freudiano.
Los detalles de la historia:

..."Se trata de un hombre joven, que vino a verme hace seis años, con una queja explícita. Tenía pesadillas repetitivas, en las cuales tenía que tragar objetos muy diversos, cuchillos, tenedores, clavos, alfileres, etc. Pero estos objetos no tenían mucha importancia, sino por ser objetos que de tal manera podían ser reemplazados, por ese objeto paradójico, "un poco de po lvo, casi nada". Se despertaba ahogándose en un estado de gran angustia, hablaba también de sus dificultades con las mujeres en general, y de la mujer con la cual había tenido una hija. También en estas relaciones se encontraba muy angustiado, algunas veces violento y sin poder enterarse de lo que pasaba en estas relaciones amorosas"...

Aparece aquí el pedido de análisis alrededor de dos temas, las pesadillas y una dificultad con las mujeres.

"Se había desarrollado la historia de este sujeto entre un padre militar, perseguidor y una madre preocupada por sus enfermedades, que durante una ausencia de un año de su marido, había sido feliz en el adulterio. El paciente podía recordar que al volver el padre y debido a una carta que misteriosamente cayó en sus manos, una pelea muy fuerte tuvo lugar entre los padres. Él había escuchado gritos y llantos y había temido por la vida de la madre. Tal como algunas veces había temido por la suya frente a la violencia del padre".

En el relato del paciente se trata de un padre gozador, en tanto aparece como un padre terrible, violento. Hay una identificación con la madre en la posición que adoptan frente al padre gozador, pues había temido por la vida de su madre como algunas veces él había temido por la suya frente a la violencia de su padre. Seguimos con el caso:

..."Su vida había sido marcada por el fracaso escolar debido a su rebeldía contra toda forma de poder. Cada vez que el saber se encarnaba en una figura de autoridad, el paciente no podía sino rechazarlo. La solución que eligió fue ponerse en el lugar de curar al Otro. Aunque como enfermero se peleaba con las autoridades médicas"...
..."Una anécdota, más tarde ya en análisis, aclara la relación entre él y su padre. El padre, generalmente silencioso con su hijo, e interviniendo no con palabras, sino mediante actos, hacía un día palabras cruzadas. Se dirigió de repente hacia el paciente y lo injurió con dos palabras: "ruidoso" e "insípido". Esas palabras quedaron como insultos y enigmas que lo marcaron por siempre en su ser, como falta en ser"...

Vamos ahora a lo que sería la construcción en la cura:

..."Un tratamiento de unos años puede ser enfocado de distintas maneras. He elegido como enfoque una construcción que hizo el paciente y a la cual se refirió muchas veces de distintas maneras, dando muchas vueltas, convirtiendo así esta construcción en el modelo depurado de su relación con el Otro de la demanda. Se trata también de palabras bajo la forma de relato, por sus padres, de una pequeña escena de la infancia de la cual él no tenía otros recuerdos que estas palabras: tiene ocho o nueve meses, y rehusa las exigencias de sus padres de hacer caca en la pelela, él rehusaba y se hacía caca en los pañales limpios. Un día su padre le dijo a su madre: le voy a mostrar que se debe ser limpio; entonces el padre toma el pañal sucio y se lo refriega por la cara. El padre se mostró contento incluso cuando lo contaba años después porque desde ese momento el chico no volvió a hacerse encima"...

La analista hace referencia a que la construcción queda del lado del analizante. Notemos la diferencia entre Freud y Lacan. Para Freud la construcción era producida por el analista -recordemos "Pegan a un niño" allí donde no hay más recuerdos para relanzar el proceso analítico. Lacan piensa a la construcción como un trabajo que tiene que hacer el analizante. Ahora bien, el analista no está eximido de hacer una construcción del fantasma, pero se tratará de otro contexto, para la presentación de un caso clínico o ante un control. Es decir, no es la construcción que el analista ofrece a su analizante.

..."Desde esta construcción de una marca en el cuerpo, el analizante se encontró en la mierda, la mierda era su universo y la fórmula que organizaba todas las circunstancias de su vida, como todas las formas de su relación con el Otro, que era cagar al Otro o ser cagado por el Otro. El fantasma es el marco del mundo, por ejemplo, su relación con el saber podía resumirse en los profesores lo cagaban en los exámenes, los jefes de servicio lo cagaban en su trabajo y así sucesivamente. Por otro lado se dedicaba a echar mierda al Otro en cada situación institucional en la cual se encontraba, o sea que estas son las formas imaginarias que adopta este dato fantasmático de cagar-ser cagado, era un cagador".

El fantasma es el marco por el cual él ve la vida y se ve a sí mismo. Esa realidad fantasmática en la cual es sujeto se posiciona es cagar o ser cagado.
La historia del sujeto se va construyendo en el análisis. Aparecen las injurias del padre: "insípido, ruidoso". Frente a estos significantes enigmáticos, el sujeto resuelve imaginariamente su falta en ser con el fantasma. ¿Quién soy? Soy un cagador.

..."Durante los primeros años del análisis, no se daba ni siquiera cuenta -el analizante- de la ubicuidad de este registro pulsional, tal es así que durante un tiempo yo interrumpía las sesiones cada vez que aparecía una palabra incluyendo el significante mierda o cagada"...

La pulsión aparece bajo la forma del fantasma, porque está articulada a los significantes de la demanda del Otro.
La analista cortando las sesiones cuando aparecía ese significante intentaba que el analizante registrara que el tema del cagar o de la mierda era el tema de su ser, que marcaba su ser.
Recordemos que Lacan decía que un análisis se parece a una partida de ajedrez. A medida que transcurre el juego van quedando las piezas necesarias para su finalización. En un anáilsis la proliferación de significaciones se tiene que comenzar a reducir. Sabemos que un significante siempre remite a otro significante. Se tratará de ir acotando desde lo fantasmático da cada sujeto, esas significaciones hasta llegar a un significante último que Lacan llama "significante insensato".
El corte de una sesión viene a ejemplificar esto. Sería no permitir que en el discurso del analizante venga un S 2 a resignificar un S 1 y haga una nueva significación.
El significante insensato es ese significante último a partir del cual se engancharon todos los demás. Es S1 en tanto se enganchó con una batería de significantes S 2. Si hacemos el trabajo al revés, lo que queda del lado del S 1 no es el enganche, es el desenganche, el vacío total. No hay simbólico, no hay imaginario, hay puro agujero. Este es el atravesamiento de fantasma. Momento en que se puede inventar algo pues el sujeto se enfrenta al vacío. Frente al vacío, en lugar de volver a los significantes de la neurosis, se puede inventar algo nuevo.



Bibliografía:

Pegan a un niño. Sigmund Freud.

Dos dimensiones clínicas: síntoma y fantasma. Jacques-Alain Miller.

Seminario Hispanoparlante. AA.VV. Marie-Hèlene Brousse.



Trabajo realizado para el seminario "El fantasma en la clínica psicoanalítica" a cargo de Marta Rietti. Curso de Posgrado de Psicoanálisis del Centro de Salud nº 3 Dr. Ameghino.

domingo, 19 de julio de 2009

Entrevista al Lic. Adrián Kripper

El Lic. Adrián Kripper es docente y analista. Trabaja en la Facultad de Psicología U.B.A. y en el Centro de Salud # 3 Dr. Ameghino

Mantuvimos esta charla en el programa radial "Los Lanzallamas" de FM La Tribu, el 27-9-95.

Eduardo Briano: ¿Cómo surgió en vos el Psicoanálisis?

Adrián Kripper: Es una pregunta que me lleva a hacer un viaje por el túnel del tiempo...

EB: ¡Tenemos poco tiempo!

AK: La tecnología moderna hace que los viajes en el tiempo se puedan hacer muy rápido. Estoy pensando en hace 25 años atrás, época que empecé a pensar en elegir una carrera universitaria estando en el secundario, y elegí Psicología. En el año 1972 entré a la U.B.A. Poco después empecé a pensar en el Psicoanálisis como una disciplina y una práctica profesional para mí. Pensando en esto diría que tiene que ver con inquietudes humanísticas que siempre estuvieron presentes en mí. Desde chico me interesaba mucho leer sobre Historia, Mitología, Biografías. En este sentido me parece que la disciplina psicoanalítica y la práctica del Psicoanálisis recogen y realizan de alguna manera algo de aquellas inquietudes. En rigor el Psicoanálisis tiene mucho que ver con la Historia, la Mitología y las Biografías, en particular con esto último. Cada análisis es un análisis distinto; cada sujeto es un sujeto distinto, y si bien creo que es posible y necesario formular generalizaciones, conceptos generales abarcativos, diría que la práctica de cada análisis, si es eficaz, es porque apunta a lo que de singular tiene cada cual.


EB: Hablabas de Historia y Biografías. ¿Sería una Historia que se va construyendo, muy distinta a una Historia fija, inmutable?

AK: Es muy interesante la pregunta. Te diría que sí y que no. Es cierto lo que vos marcás, la idea de Historia que un analista va a manejar tiene que ver con la posibilidad de pensar la Historia desde un ángulo diferente. No un relato inmutable, sino la posibilidad para un sujeto de situarse en una posición diferente respecto de su historia. Sin embargo diría que todo concepto de Historia, más allá del Psicoanálisis, maneja esta misma idea. Es decir, la Historia no son los acontecimientos, no son los hechos, sino que la Historia es siempre el relato que un sujeto, este sujeto puede ser una persona, Herodoto o un pueblo, hace sobre esos hechos. La disciplina histórica no es una sumatoria de acontecimientos en sí sino que es cómo relata cada cual, desde la posición en que está, esos hechos. La historia nunca es innocua, nunca es objetiva porque siempre tiene que ver con quién es el que la relata. En ese sentido siempre sirve a algún determinado fin. En esto no es distinta a la Historia que cada sujeto puede relatar de sí mismo. Que generalmente son las primeras cosas que se epiezan a decir en un análisis.


EB: Me gustaría que entremos en la temática de la Salud Pública. ¿Es posible el Psicoanálisis en un Hospital Público? ¿ Qué dificultades encuentra un psicoanalista en ese lugar?

AK: Habría que distinguir las dificultades del Psicoanálisis de las dificultades del psicoanalista en un Hospital Público. Yo ejerzo una práctica desde hace varios años y mucha otra gente también, lo cual no quita que la pregunta siga siendo válida. En todo caso ¿cómo es posible la práctica del Psicoanálisis en una institución pública de salud mental? ¿Qué dificultades como disciplina, como método terapéutico (no hay que tenerle miedo a la palabra) qué obstáculos tiene el Psicoanálisis y qué obstáculos puede tener un psicoanalista?
En rigor, la pregunta por si es posible el Psicoanálisis en una institución pública es una pregunta que ha motivado jornados institucionales, interhospitalarias, que más allá de la validez de la pregunta, creo que tenía la marca de cierta necesidad de los propios analistas de autorizarnos respecto de esa misma práctica. Creo que la pregunta acerca de si es posible el Psicoanálisis en una institución no es distinta a si es posible el Psicoanálisis en un consultorio o donde fuese. En todo caso habrá que establecer cuáles son las características diferenciadas, de cómo se lleva el análisis en cada ámbito. Pero diría que las dificultados del Psicoanálisis son intrínsecas al Psicoanálisis, sea en un hospital, en un consultorio o donde fuese. El Psicoanálisis es una práctica diferente y las dificultades nunca van a ser sólo exteriores a el sino que el Psicoanálisis está destinado a tropezarse con dificultades y a tener que entenderse con ellas.


Juan C. Olave: ¿En el Hospitál Público no está más acotado el tiempo?

AK: Sí, el problema del tiempo entra a tallar. Los tratamientos necesariamente se acotan por cuestiones relativas a la demanda de asistencia. Pero en este sentido, ya hace unos cuantos años la difusión del pensamiento lacaniano dentro del campo psicoanalítico hizo incapié en que lo que caracteriza a un dispositivo analítico no es tanto la frecuencia o la duración de las sesiones, si hay o no diván, sino la particular posición de escucha del psicoanalista. Desde esa persectiva se abre la posibilidad de pensar que es posible practicar el Psicoanálisis en una institución, en tanto haya un analista que sostenga una escucha analítica durante el tiempo que resulte posible. Ahí (en el tiempo) hay limitaciones concretas.

EB: Escucha que tiene que ver con no ponerse en el lugar del consejero...


AK: No es en vano recordar lo que Freud decía de las profesiones imposibles: gobernar, educar, analizar. Que del analista se esperen consejos, que se espere que sepa, que tenga la receta, no quiere decir que efectivamente tenga todo eso y sin embargo el analista tiene que sostener ese lugar, aun así.

EB: Un oyente hizo un comentario sobre el bajo nivel salarial de los trabajadores. ¿Qué pasa con los profesionales de la Salud Pública?



AK: En general los profesionales de la Salud Pública no estamos bien pagos. Es muy común que en diversos servicios de Psicopatología muchos profesionales trabajen ad honorem...


EB: Esta crisis económica y el poco lugar que desde las esferas del poder se le da al Psicoanálisis, ¿ no sería también un obstáculo a la práctica?



AK: Las esferas del poder siempre dan poco lugar al Psicoanálisis. Su relación con el poder será necesariamente conflictiva y seguramente será de no convalidación de ese poder.


EB: ¿El Psicoanálisis en su conjunto o hay ciertas corrientes que coquetean con el poder?


AK: Desde su creación, el Psicoanálisis fue una disciplina subversiva. Tendía a romper con los conceptos imperantes en su época. Su época es toda época. Quizá un problema para el propio Psicoanálisis es que esta época lo encuentra como siendo un discurso muy repetido en los medios, de ciertos lugares comunes. La palabra Psicoanálisis parece muy difundida.


EB: ¿Por qué en los medios no aparece un psicoanalista lacaniano?


AK: Algunos psicoanalistas lacanianos han aparecido. Tenemos que pensar que las instituciones oficiales del Psicoanálisis como la "Asociación Psicoanalítica Argentina" en particular, ha instalado el Psicoanálisis en nuestro país y han ocupado lugares. Pero me parece que ese monopolio al que creo que vos hacés referencia, últimamente ya no es tan así.
Cuando yo me refería a los obstáculos del Psicoanálisis, me quería referir esencialmente a que encuentra obstáculos no sólo exteriores a su propia práctica sino que la propia práctica necesariamente va a generar obstáculo. Porque no es un tratamiento destinado a lo que se podría llamar alegremente el bienestar. Es decir, quien emprende un Psicoanálisis tiene que encontrarse seguramente con cuestiones difíciles, con cuestiones que tenga que poder reconocerse de sí mismo. Y esto genera obstáculos. Yo quería retomar algo que vos planteabas antes, acerca de si el Psicoanálisis podía dar respuestas o prometer panaceas. Lo mejor es enemigo de lo bueno. Es cierto, se hacen muchas ofertas en la actualidad. Siempre se han hecho muchísimas ofertas. El Psicoanálisis, el psicoanalista, no puede ofrecer respuestas, no puede ofrecer milagros. Pero ofrece, sí, la posibilidad de una escucha a partir de la cual se abre la posibilidad de que las respuestas empiecen a encontrar un lugar.



EB: ¿Cuál sería la nota distintiva entre el Psicoanálisis y las terapias alternativas que te prometen la felicidad en dos meses?


AK: Estas promesas de felicidad desde el Psicoanálisis podríamos decir que están todas enmarcadas dentro del principio del placer...


EB: Entonces si el Psicoanálisis no te promete un lecho de rosas... ¿hay que pasar por el infierno, en términos dantescos?

AK: No promete un lecho de rosas ni tampoco un diván de espinas... La nota distintiva está dada por cierta vocación en relación al saber y a la verdad. En general estas promesas de rápidos resultados con poco esfuerzo que se hacen por ahí, que siempre se han hecho... Hasta resulta paradojal e interesante este fenómeno por el cual con el desarrollo de la técnica y de la tecnología tan avanzada, cada vez más haya un retorno a ofertas muy lindantes con lo mágico. Esta especie de esquizoidía de nuestra cultura moderna. Pero decía recién que la nota distintiva tiene que ver con que este tipo de ofertas mágicas en realidad son como recetas al modo de trajes de confección. Cada cual puede ir, probárselo y para toda una tipología humana pueden andar bien esas medidas. El Psicoanálisis es un traje a medida.


Quiero decir con esto, que el saber que atañe a cada sujeto y que lo hace distinto de otro, cada historia es una historia distinta, este traje a medida que es el Psicoanálisis por el cual cada uno es diferente, necesariamente puede sostener la posibilidad de que alguien mejore respecto de sus problemas cotidianos. Porque tampoco vamos a decir que el Psicoanálisis promete el sufrimiento. Es un error plantear esto y creo que los psicoanalistas an alguna medida algo hemos hecho para que se creara una cierta imagen en ese sentido. Pero creo que la diferencia esencial es que no hay cambio para un sujeto que no pase por la posibilidad de que acceda a cierto saber acerca de sí mismo.


EB: Los cambios profundos o estructurales se producen con el traje a medida... con el traje de confección serían cambios pasajeros...


AK: Sí, lo que solemos llamar efectos sugestivos. No porque en el Psicoanálisis estos efectos de sugestión no se produzcan. Lo que pasa es que no reposa esencialmente sobre el resorte de la sugestión, aunque implique cierta medida de sugestión. El Psicoanálisis pasa por otro lado. Pasa por sostener la posibilidad para un sujeto, para aquél que viene a formular su consulta, de que acceda a un saber acerca de lo que esencialmente a él le atañe. Es a partir de ahí que los cambios consistentes son posibles.


JCO: O sea que el analista no está obligado a darle la felicidad como si fuera un don. Los analistas sacarían los "demonios" internos... y cada uno sabe lo que puede tener adentro...
AK: No hay que asustar a la gente con Dante, el infierno, el purgatorio y los demonios. Los demonios nos parecen más demoníacos cuanto menos sabemos de ellos. En la medida en que podemos decir de las cosas que nos pasan, esos demonios toman una consistencia menos amenazadora. Las cosas nos resultan más demoníacas cuanto más nos es difícil hablar de eso. Retomando lo que decíamos antes, puede haber Psicoanálisis sin diván, con una frecuencia de sesiones muy diversa. Lo que no puede haber es un Psicoanálisis sin que haya allí uso de la palabra, intercambio de palabras. Ya desde sus comienzos esta es una clave esencial de la eficacia psicoanalítica y en ese sentido, los demonios cuando son puestos en palabras empiezan a tomar una forma menos amenazadora.
El Psicoanálisis no puede ser como el aprendiz de brujo que conjura a los demonios y después no sabe qué hacer con ellos. Se trata de conjurar a los demonios para que pierdan esa consistencia que toman cuando no nos atrevemos a hablar de eso.



JCO: ¿Es posible que una persona que niegue el Psicoanálisis lo necesite?
EB: ¿Es para todos?


AK: No, no es para todos, y esto no lo digo por el caso de alguien que niegue el Psicoanálisis. Lo digo por cuestiones clínicas y psicopatológicas. Lo cual no quita que un psicoanalista pueda intervenir en tratamientos de pacientes para los que no esté indicado el Psicoanálisis y que un analista pueda intervenir eficazmente pero no bajo los lineamientos clásicos del tratamiento psicoanalítico.
Que alguien niegue el Psicoanálisis no agrega ni quita respecto de que pudiera necesitarlo. En realidad es difícil la palabra "necesidad" respecto de la relación de un sujeto y el psicoanálisis para sí mismo. Cada cual sabe o puede advertir cuándo necesita formular una consulta a un especialista.


EB: Quería aclarar que cuando preguntaba si el Psicoanálisis era para todos no me refería en un sentido elitista... Además no cualquiera se interroga por su malestar.


AK: El Psicoanálisis es para todos aquellos que padezcan un sufrimiento y que ese sufrimiento lo lleve a una consulta. No es serio plantear que alguien va a un Psicoanálisis simplemente por cuestiones de filosofía. Cualquiera que va a formular una consulta a un analista seguramente es porque padece de algo, sufre de algo. Esto, por la misma índole de lo que el analista va a proponer, ese sufrimiento debe abrir paso a alguna clase de pregunta, es decir, al sintido que ese sufrimiento tiene para ese sujeto.



EB: Muchos padecen de algún sufrimiento y pretenden recibir soluciones del analista...


AK: Diría que esto es casi hasta una fase necesaria. En todo comienzo es necesario suponer que cualquiera que viene a una consulta trae una expectativa de esta índole. Espera que el psicoanalista tenga la respuesta, ya sea que lo explicite o no. Es inevitable y hasta necesario. Debe esperar del analista esta respuesta "mágica". El tema es: ¿cómo sostiene su oferta el psicoanalista para que, sabiendo que es imposible esa respuesta mágica, no obstante se pueda operar de modo tal que la pregunta que el paciente trae, promueva un trabajo que podríamos decir es casi de una investigación subjetiva, una investigación personal.
Ese saber acerca de por qué a uno le pasan determinadas cosas, que necesariamente se supone que el analista es depositario de ese saber, sabría por qué a alguien le pasan determinadas cosas; ese saber, el sujeto empieza a pensar que sólo puede producirlo hablando, trayendo sus asociaciones, sus sueños, sus lapsus.


EB: El otro día le hicieron un reportaje a Mario Bunge en el diario Clarín. Le preguntaron "¿qué le reprocha al Psicoanálisis?" y Bunge responde: "Que es una profesión que no tiene investigación. Es una disciplina en la que tampoco hay cambios. Después de cien años las ideas siguen siendo las de Freud. Además está en contradicción con los hallazgos hechos en los últimos cincuenta años por la Psicología experimental, en especial por la Psicología fisiológica. No es eficaz. Peor aún, es contraproducente, no sólo no cura sino que además empeora". ¿Cuál es tu comentario?


AK: No son novedad las críticas de Mario Bunge. Casi diría que es un caballito de batalla de hace muchos años. En tanto haya espacio para que se pueda sostener un debate me parece que no esá mal que podamos leer lo que dice Bunge y podamos responder y sostener un debate en relación a esto. En sus cien años de existencia el Psicoanálisis se ha encontrado muchas veces con este tipo de críticas y ha crecido, no obstante eso. Ha desarrollado teorías. Pero me parece importante distinguir cuáles son las dificultades propias de una teoría y una práctica psicoanalítica y cuáles son quizá los vicios, en cierto sentido, de los psicoanalistas. No porque los psicoanalistas podamos a veces tener cierta tendencia a repetir cuestiones dichas por Freud o por otros pensadores, eso no autoriza a extender la crítica al Psicoanálisis como tal. En este sentido la clínica psicoanalítica en las instituciones asistenciales públicas, volviendo a esto que no es excluyente, la posibilidad de una oferta de práctica asistencial y de alto nivel ha sido un progreso de los últimos años, el Ameghino es una prueba de ello. El Psicoanálisis ha venido sosteniendo una práctica que demuestra su eficacia. Lo cual no quita que dejemos de interrrogarnos por las modalidades y por cómo funciona esa eficacia. Tiene la pretención de transmitirse como ciencia y tiene la pretención de dar cuenta de sus fundamentos en forma científica. En este sentido tiene vocación de constituirse como ciencia y esto es innegable.



EB: Muchas gracias.